España domina a Georgia en Elche y mantiene el pleno rumbo al Mundial 2026
En una noche de control, paciencia y chispazos de talento, España firmó un 2-0 autoritario sobre Georgia en el Estadio Manuel Martínez Valero de Elche. La selección, vigente campeona de Europa, hiló su tercera victoria en tres jornadas del clasificatorio rumbo a 2026 y lidera con paso firme el Grupo E. El relato del Spain vs Georgia World Cup Qualifier deja certezas, nombres propios y la sensación de una maquinaria que sabe competir incluso sin dos de sus desequilibrios habituales.
Un inicio que llevó la firma de Pedri
Luis de la Fuente volvió a apostar por el talento de un futbolista que transforma el escenario desde la primera recepción. Y la decisión tuvo recompensa inmediata. En el tramo inicial, Pedri encontró un pasillo donde otros ven tráfico, filtró un pase precioso hacia la carrera de un central incorporado y la jugada terminó con la pelota servida para que el delantero más listo del área abriera el marcador.
La acción ocurrió al minuto 24 y reunió tres virtudes que definen a esta España: lectura, sincronía y eficacia. El pase del canario habilitó a Robin Le Normand, que cedió de primera para que Yeremy Pino empujara a la red y encendiera Elche. Fue el gol que desencalló el partido y que confirmó el hilo conductor de la propuesta de la Fuente, basada en un medio campo que piensa a la misma velocidad.
Cuando Pedri piensa, España disfruta.
La montaña rusa de Ferran
El duelo pudo quedar muy pronto cuesta abajo, porque España dispuso de un penalti que parecía cerrar el capítulo de la incertidumbre. Ferran Torres fue derribado en el área por Giorgi Mamardashvili y asumió el lanzamiento. El remate, potente, encontró la estirada del guardameta, que adivinó y mantuvo con vida a los suyos. Fue un episodio que definió la noche del atacante azulgrana, laborioso, incisivo, pero sin premio en la definición.
La historia se repitió al final, cuando otra ocasión clara acabó en las manos de un portero georgiano que firmó varias intervenciones de mérito. Para Ferran Torres, quedó la sensación de una actuación útil para el equipo, aunque esquiva de gol, un recordatorio de que los detalles también cuentan en las ventanas de clasificación.
El filo de Pedro Porro y los golpes al poste
Reanudado el segundo tiempo, España volvió con la misma convicción. El costado derecho ardió con cada proyección de Pedro Porro, un lateral con alma de extremo al que la noche sólo le negó el gol por centímetros. Su rosca, tan telegrafiada como imposible para el rival, se estrelló en el poste largo. Apenas unos instantes después, Mikel Oyarzabal también sacudió la madera en una secuencia que pudo haber sentenciado el partido antes de la hora.
Porro, además, multiplicó líneas de pase y generó ventajas con y sin balón. Fue un canal permanente para que España encontrara profundidad sin perder el orden, un matiz valioso en un encuentro en el que la posesión fue plataforma, pero también herramienta para desgastar a una Georgia que corrió detrás del juego durante casi todo el choque.
Oyarzabal encontró la escuadra y la calma
La justicia deportiva llegó pasada la hora. Mikel Oyarzabal, que venía acumulando ocasiones, se paró ante un balón quieto en la frontal y lo convirtió en sentencia. Su disparo de falta, seco y violento, venció por potencia y colocación, sorprendiendo por el primer palo y dejando sin respuesta a Mamardashvili. Con el 2-0, Elche respiró y el equipo se permitió administrar sin sobresaltos. Para Mikel Oyarzabal, fue la liberación después de una noche en la que la madera y los detalles habían aplazado su festejo.
Ese segundo tanto no sólo blindó el resultado, también subrayó la variedad de recursos de España. Cuando el juego combinativo no rompe, aparece la estrategia. Cuando el desborde no abre, aparece la pegada. Y cuando el pulso del partido pide pausa, este equipo la tiene.
Una columna fiable en todas las líneas
El triunfo se construyó desde la solidez. Unai Simón pasó casi inadvertido, una buena noticia para cualquier guardameta, y la zaga respondió con rigor. Robin Le Normand lideró duelos, ganó metros para activar la acción del 1-0 y transmitió seguridad. A su lado, Pau Cubarsí firmó un partido sobrio, con la naturalidad de quien entiende los tiempos a pesar de su juventud.
Marc Cucurella ofreció equilibrio por el costado izquierdo, agresivo cuando tocó morder y atrevido cuando el equipo pidió altura. Fue una actuación completa, con presencia en ambas mitades del campo, la clase de aportación que sostiene la continuidad del ataque sin desproteger la espalda.
En la sala de máquinas, Martin Zubimendi dejó una exhibición de sentido de posición y primer pase. En su rendimiento hay una confirmación que importa mucho en clave selección: la ausencia de Rodri no convierte al equipo en un conjunto frágil. Con Zubimendi, el mediocentro sigue siendo una zona de certezas, y el flujo con Pedri y Mikel Merino mantuvo el pulso del duelo donde España quería.
Merino, por su parte, rozó el gol, atacó el área con convicción y sostuvo la presión tras pérdida. La suma de pequeñas ventajas en ese triángulo del medio marcó la diferencia, y ahí la pizarra de Luis de la Fuente volvió a mostrarse pragmática y efectiva.
Las claves del partido
- – el pase que rompió líneas de Pedri y la lectura de Le Normand,
- – la insistencia por la derecha con Pedro Porro y Ferran Torres,
- – el liderazgo silencioso de Zubimendi y la fiabilidad de la zaga.
Protagonistas y contexto competitivo
Yeremy Pino, autor del primer tanto, respondió con oportunismo a la confianza en un escenario donde faltaban dos generadores habituales de ventajas. Sin Lamine Yamal ni Nico Williams, España no lució el vendaval de otros días, pero sí dejó claro que la estructura funciona. En esa lógica, Yeremy Pino interpretó bien los espacios, atacó el segundo palo y sostuvo el peso ofensivo cuando el equipo lo necesitó.
El esfuerzo de Ferran, las conducciones de Pedri, la verticalidad de Porro y el carácter de Oyarzabal componen una fotografía coral. También sumaron los cambios en el segundo tiempo, con piernas frescas para enfriar el tramo final y asegurar que el control del ritmo no se escapara. El detalle que faltó fue el tercero, negado por el poste y por el propio Mamardashvili, que dejó otra parada a Ferran en el cierre.
Análisis táctico y gestión de momentos
España ganó el partido en dos planos complementarios. En el primero, dominó desde la posesión, moviendo a Georgia de lado a lado hasta encontrar fisuras. En el segundo, golpeó cuando la oportunidad apareció. Ahí emergen tres gestos técnicos que cambian partidos: la visión de Pedri en el 1-0, la agresividad de Porro en el disparo al poste y la jerarquía de Oyarzabal para clavar la falta.
La presión tras pérdida surtió efecto y redujo a la mínima expresión cualquier intento de transición georgiana. Y cuando el encuentro pidió bajar pulsaciones, España supo amasar la pelota, reducir riesgos y madurar la ventaja. La gestión emocional fue tan destacada como la técnica, un atributo clave en citas clasificatorias donde cada detalle puntúa.
Lectura de las actuaciones individuales
Entre los destacados, Pedro Porro brilló por presencia y amenaza constante, un partido de lateral total que alternó altura y profundidad sin desordenarse. En el medio, Martin Zubimendi impuso temple y continuidad. En ataque, Oyarzabal dejó la postal de la noche con su golpeo de laboratorio, mientras Ferran trabajó a destajo aunque se marchó sin el gol que su insistencia quizá merecía.
Robin Le Normand ofreció un compendio de fiabilidad que incluyó la jugada del 1-0, Pau Cubarsí cumplió con creces y Marc Cucurella completó un partido solvente en las dos mitades del campo. En la portería, Unai Simón apenas debió intervenir, una señal del dominio territorial de España y del buen ajuste de sus distancias defensivas.
Lo que significa este triunfo para la clasificación
Con esta victoria, España enlaza tres de tres en la fase de clasificación rumbo a 2026 y se acomoda en la cima del Grupo E con nueve puntos. No hubo goleada, pero sí control, determinación y respuestas ante cada pequeño desafío del juego. Sin dos piezas desequilibrantes como Lamine Yamal y Nico Williams, el equipo no se descompuso, lo que habla bien del sistema y de la amplitud de recursos con que cuenta la plantilla.
La ruta continúa el martes en Valladolid ante Bulgaria, un rival que llega magullado tras caer 6-1 en casa frente a Turquía. Será otra oportunidad para consolidar el pleno de victorias y seguir acercándose a la cita mundialista que reunirá a Canadá, México y Estados Unidos. De momento, la selección de Luis de la Fuente navega con viento a favor, un grupo reconocible que suma puntos mientras pule mecanismos.
Conclusión con aroma a equipo grande
España fue fiel a su identidad y eficaz con sus recursos. Entre la inspiración de Pedri, la verticalidad de Porro y la contundencia final de Oyarzabal, el 2-0 a Georgia en Elche se explica solo. Y al mismo tiempo, deja espacio para el crecimiento, para la vuelta de los velocistas y para la consolidación de un núcleo que reparte responsabilidades y multiplica soluciones.
En una fase donde cada jornada pesa y cada detalle se amplifica, esta versión de La Roja transmite una certeza que reconforta. La de un equipo que compite como campeón y que gana como bloque. La de un grupo que, incluso cuando el partido no es una exhibición, sabe moldearlo a su favor. Y la de una selección que, paso a paso, convierte el camino a 2026 en una hoja de ruta fiable y ambiciosa.