Barcelona remonta ante Real Sociedad y se encumbra en LaLiga
Hubo épica y también madurez competitiva en el Estadi Olímpic Lluís Companys. En un partido con marchamo de prueba de carácter, el Barça fabricó una victoria 2-1 ante La Real que lo devuelve a la cima. En el corazón de la crónica late un nombre propio que desata sonrisas y temblores a partes iguales, y un vínculo que ya es titular de portada para cualquier aficionado azulgrana. Barcelona vs Real Sociedad fue el escenario del regreso de Lamine Yamal, la fe de Robert Lewandowski y la voz autocrítica de Jules Koundé, todo en un mismo relato.
Un inicio traicionero y una respuesta a balón parado
El guion empezó torcido. Pese a dominar el arranque, el equipo de Hansi Flick concedió resquicios a los jóvenes Dro Fernandez y Roony Bardghji, y pagó cara la falta de colmillo. En una transición perfecta, Ander Barrenetxea templó y Álvaro Odriozola, con la puntera y el instinto, empujó a la red para silenciar Montjuïc.
La reacción llegó en el momento psicológico. A minutos del descanso, Marcus Rashford sirvió un córner con música y Koundé se elevó para cabecear el empate, su primer gol de la temporada. Ese golpe de aire evitó el naufragio emocional, encendió la grada y enseñó la primera gran clave del duelo, la pelota parada como palanca competitiva, una faceta que el propio Koundé subrayaría después.
Lamine Yamal vuelve y cambia el guion
La segunda mitad tuvo un interruptor con nombre de adolescente irreverente. Recién salido de una lesión en el aductor y de una semana cargada de focos, Lamine Yamal entró en el 58 y un minuto después dibujó la jugada que quebró el partido. Regate seco, pausa de veterano y centro medido para que Lewandowski cabeceara el 2-1 con la naturalidad de los goleadores históricos.
La fascinación no fue solo azulgrana. El técnico de la Real Sociedad, Sergio Francisco, no escatimó elogios en sala de prensa y dejó una frase para titular.
“Es tan difícil pararlo… mostró de nuevo que es, muy probablemente, el mejor del mundo. Su entrada decidió el partido”.
Yamal incluso llegó a celebrar un tanto que la tecnología le birló por un fuera de juego milimétrico, prueba de que su impacto fue inmediato y sostenido.
La mirada de Flick y el brillo de un talento premiado
Hansi Flick fue claro, casi aliviado.
“Estoy feliz de tenerlo de vuelta, lo estamos todos. Mostró de inmediato su fuerza sobresaliente para crear y dar el último pase, es bueno tenerlo otra vez”.
El regreso del chico coincidió con un capítulo de su cuento personal, el Kopa Trophy al mejor sub-21 del mundo que mostró al público antes del partido, y el reto público del entrenador para que vuelva a pelear por el Balón de Oro después de haber sido segundo tras Ousmane Dembélé.
Hay un detalle que no es menor en clave de vestuario, la gestión del ritmo emocional y competitivo. La irrupción de Yamal contagió determinación y, con ella, el Barça encontró lo que le faltó en los primeros minutos, la estocada. En noches así, el talento joven devuelve tiempo al equipo y le regala soluciones, una ventaja competitiva que se palpó en Montjuïc.
El peso de Lewandowski y los centímetros que también suman
Lewandowski firmó el gol del triunfo, su cuarto en la temporada, cableando confianza para un delantero que vive de la racha. El polaco tuvo en su cabeza el 3-1 en el tramo final y lamentó el fallo justo después de que el ingresado Takefusa Kubo sacudiera el travesaño en la otra área, una secuencia de ida y vuelta que sostuvo el pulso dramático hasta el pitido final.
El partido también reivindicó el valor de la presencia aérea. El empate de Koundé fue programa y síntesis, y el remate posterior de Lewandowski completó la tesis. En días de defensas cerradas, los centímetros y la precisión, más aún con especialistas como Rashford al golpeo, convierten el balón parado en un argumento ganador.
Pedri y De Jong ordenan la sala de máquinas
Para llegar al área rival hay que mandar en la sala de máquinas, y el Barça lo tiene claro con Pedri en la base junto a Frenkie de Jong. Flick se rindió al canario y lo hizo con una convicción que retrata su importancia.
“Pedri es especial. Da control del balón, sabe dónde posicionarse siempre. Junto con Frenkie han organizado y transformado al equipo”.
Las palabras tienen eco en los datos, Pedri ha sido el único en arrancar de inicio los ocho partidos oficiales del curso, incluida la apertura de Champions ante Newcastle, una señal de confianza y de fiabilidad. En Montjuïc volvió a dejar ese poso de liderazgo silencioso que atempera a los más jóvenes y multiplica la fluidez del juego.
Voces del vestuario y autocrítica necesaria
Ganó el Barça y aun así hubo margen para la autocrítica. Jules Koundé, ya asentado como lateral derecho de referencia, fue directo al grano al repasar los desajustes que costaron el 0-1.
“Nos faltó intensidad, no defendimos bien y no cerramos el pase interior, eso nos mató en el gol. No me gustaron los últimos 25 minutos, sufrimos demasiado y perdimos el control. Antes hicimos 70 buenos, con ocasiones para más de dos tantos”.
El francés dejó, además, una pista de laboratorio.
“Llevamos tiempo bien en acciones a balón parado. Este año, con la llegada de Rashford y Roony, hemos sumado dos grandes lanzadores y eso ayuda”.
Palabras que se alinean con el libreto de la tarde y que confirman la importancia de un detalle que decide partidos y títulos.
Los datos que cuentan una racha histórica
Más allá de la clasificación, el triunfo frente a la Real añadió una pieza al museo estadístico del club. Según Opta, el Barça ha marcado en sus últimos 44 partidos oficiales, 125 goles en total, una racha que iguala el récord histórico de la entidad entre noviembre de 1942 y febrero de 1944, cuando encadenó 44 encuentros anotando para 139 dianas.
La etiqueta de “imparables” no es un adjetivo vacío, es la traducción de una producción ofensiva sostenida y de una estructura que genera ocasiones por inercia. Cinco victorias consecutivas en todas las competiciones dibujan la tendencia, y ante el primer golpe de la tarde el equipo respondió con la naturalidad de quien se sabe capaz de marcar siempre.
Los nombres propios y las notas del partido
Hubo actuaciones que ayudaron a sostener el andamiaje. Wojciech Szczesny vivió su primer partido del curso bajo palos y nada pudo hacer en el 0-1. Ronald Araujo alternó momentos de duda con seguridad, Andreas Christensen firmó un encuentro sobrio y Gerard Martin pagó un desajuste en el gol visitante antes de asentarse. En el carril central, Frenkie de Jong volvió a brillar y Pedri mantuvo el listón alto que lo ha convertido en pieza estructural.
En el frente, Roony Bardghji dejó destellos en su proceso de adaptación y Dro Fernandez, en su estreno como titular, aportó voluntad antes de que el partido lo obligara a replegar más de lo deseado. Marcus Rashford fue de los más dañinos y puso el centro del empate a Koundé, mientras que Lewandowski celebró otro tanto que alimenta su confianza.
Desde el banquillo, Dani Olmo aportó frescura y un pase con aroma de asistencia que no subió al marcador por un fuera de juego de Yamal. Luego, Lamine sacó brillo a su vuelta con una aparición excelsa de media hora, Eric Garcia cumplió en su tramo y Ferran Torres agitó sin premio.
Claves rápidas del duelo
- Golpe inicial de Odriozola tras centro de Barrenetxea,
- igualada de Koundé a la salida de un córner servido por Rashford,
- impacto decisivo de Lamine Yamal con asistencia a Lewandowski.
Qué significa para la tabla y lo que viene
La remontada deja al Barça en lo más alto con 19 puntos de 21 posibles después de siete jornadas y un pasito por delante del Real Madrid, herido por su 5-2 en el derbi ante el Atlético. La Real Sociedad, por su parte, se mantiene por encima del descenso por diferencia de goles, con Mallorca como referencia por detrás, una radiografía que obliga a sumar pronto para evitar sufrimientos.
La agenda no da tregua. Toca Champions y el regreso de Luis Enrique a casa, ahora al frente del Paris Saint-Germain, vigente campeón continental, en la segunda jornada del nuevo formato de fase liguera el 1 de octubre. Un examen que medirá el crecimiento del equipo de Flick, su capacidad para gestionar ventajas y ese músculo mental que exige Europa.
Lectura táctica sin exageraciones
La noche subrayó lo que ya venía insinuando la temporada, el Barça tiene más de una vía para ganar. El balón parado emergió como recurso de oro, Yamal ensanchó el campo y desequilibró en el uno contra uno, Pedri y De Jong imprimieron control desde la base y el equipo encontró en la mezcla de juventud y oficio su tono más fiable. Cuando faltó control en los últimos 25 minutos, pesó la voz de Koundé para recordar que hay margen de mejora y que el listón interno no se negocia.
El relato deja una certeza, con Rashford y Bardghji como lanzadores, Koundé como llegador y un área ocupada por la jerarquía de Lewandowski, las áreas tienen dueño. Si a ese cuadro se le suma la energía de un Lamine que vuelve a sonreír y la dirección de un Flick que no rehúye la exigencia, el equipo se mira al espejo y se reconoce competitivo, ambicioso y, sobre todo, ilusionado.