Vinicius Junior y Real Madrid tras el Clásico
La imagen de Vinicius Junior abandonando el césped del Santiago Bernabéu a paso firme, gesticulando y dirigiendo su rabia al banquillo de Real Madrid, marcó un Clásico que el equipo de Xabi Alonso ganó pero no logró cerrar sin ruido. Detrás de ese arrebato hay un pulso de vestuario, un contexto contractual delicado y una conversación pendiente entre estrella y entrenador que condiciona el horizonte inmediato del campeón.
Qué pasó en el Bernabéu
El brasileño fue sustituido en el minuto 72 del 2-1 ante Barcelona, relevado por Rodrygo. La reacción fue airada, con gritos y gestos hacia Xabi Alonso, antes de enfilar el túnel de vestuarios entre la incredulidad de la grada y las cámaras que le captaron en primer plano.
Minutos después, regresó al banquillo. Para entonces el clima estaba caliente y el final del partido añadió más tensión, con escaramuzas que terminaron en cinco amarillas, una para el propio Vinicius, y la roja a Andriy Lunin. En el camino al vestuario, varios medios recogieron sus palabras captadas por las cámaras y el audio ambiental.
“Me voy, me voy del club”.
El eco de esa frase alimentó la narrativa de una relación deteriorada con Alonso, un hilo que ya venía jalándose desde hace meses y que en el Clásico quedó desnudo ante el gran público.
La disculpa que no nombra a Alonso
Al día siguiente del regreso a la actividad, el delantero publicó un mensaje en sus redes sociales. Se disculpó con la afición, con sus compañeros, con el club y con el presidente tras haberlo hecho también en persona en el entrenamiento. No hubo mención explícita a su técnico, un detalle que no pasó desapercibido.
“Hoy quiero pedir disculpas a todos los madridistas por mi reacción al ser sustituido en el Clásico. Así como ya lo he hecho en persona durante el entrenamiento de hoy, también quiero pedir disculpas nuevamente a mis compañeros, club y presidente. A veces la pasión me gana porque siempre quiero ganar y ayudar a mi equipo”.
Según informó Marca, además de la disculpa en el vestuario, hubo una conversación entre el futbolista y Alonso en la que imperó la “comprensión”. Desde el banquillo, el entrenador prefirió no alimentar la polémica tras el partido, subrayando que “Vini contribuyó mucho” y que hablarían internamente. En el fondo late una diferencia que exige administración de egos y jerarquías.
El club no castigará al brasileño
En las altas esferas del club la línea es clara, no habrá sanción. Informaciones de The Athletic y también de ESPN apuntan a que la entidad ha decidido no tomar medidas disciplinarias públicas y que, si las hay, serán de carácter interno. La prioridad es bajar el volumen y que el equipo mire al siguiente reto sin un incendio abierto.
El enfoque institucional evita agrandar una grieta que ya se ha dejado ver. La directiva entiende que estos episodios forman parte de la gestión del vestuario y, al menos por ahora, confía en Alonso para reconducir la situación. La decisión de no castigar busca proteger al grupo y esquivar efectos colaterales en lo deportivo.
Un conflicto que viene de lejos
La fricción no nació en el Clásico. Según diferentes informaciones, el primer chispazo entre ambos se produjo en Estados Unidos durante el Mundial de Clubes, cuando Alonso contempló dejar al brasileño fuera de una semifinal y el jugador reaccionó con evidente enfado. Desde entonces se han repetido gestos de desacuerdo en algunos cambios y preguntas a la autoridad del técnico.
El estatus del atacante ha variado con el nuevo ciclo. Ya no es intocable y solo en tres de sus apariciones ha completado los noventa minutos, una señal inequívoca de que Alonso busca repartir cargas y pedir otros registros en ciertos tramos. También ha quedado fuera del once en tres partidos, lo que alimenta la sensación de distancia competitiva y personal.
En paralelo, desde el entorno del jugador hay quien interpreta que el entrenador no es especialmente afín a su perfil. Esa percepción, sumada a las sustituciones repetidas, ha ido sumando pequeñas molestias que acabaron explotando con la luz del Clásico. La gestión emocional es hoy tan determinante como la táctica.
Contrato y mercado en pausa tensa
El futuro contractual añade más capas. Cadena SER informó que, pese al choque, Real Madrid mantiene su idea de ofrecerle un nuevo vínculo el próximo verano hasta 2030. Ya hubo un principio de acuerdo meses atrás, pero se enfrió cuando el jugador pidió un salario acorde al de Kylian Mbappé, y el club decidió aparcar la negociación hasta final de temporada.
En ese tablero, la relación personal importa. Durante su enfado del domingo, el delantero dejó caer que se iría del club y, de no mejorar las cosas con Alonso, contempla una salida el próximo año. Esa ventana forzaría a Real Madrid a tomar una decisión con solo un año de contrato por delante, un escenario típicamente incómodo para cualquier gran institución.
El mensaje que llega desde los despachos, sin embargo, es que el club separa el caso del trato con el entrenador. La propuesta de renovación sigue en pie, y la voluntad es que el tiempo enfríe los ánimos y permita retomar la conversación con calma. Todo dependerá de si las aguas bajan en el día a día del vestuario.
El desafío para Alonso y el pulso del vestuario
Xabi Alonso aterrizó con preguntas sobre su manejo de jerarquías en un vestuario de campeones. Esta es su primera gran prueba de liderazgo. En el club se observa con lupa cómo resuelve un conflicto que afecta al valor deportivo y patrimonial del equipo, con el presidente siguiendo el caso muy de cerca.
Mientras tanto, los números del atacante en LaLiga sostienen su peso competitivo. Según ESPN, suma cinco goles y cuatro asistencias en el campeonato, y su rendimiento había crecido en el último mes. Ese contexto explica parte de su frustración por salir temprano en tardes grandes y empuja a Alonso a encontrar el equilibrio entre meritocracia, plan de partido y gestión de talentos.
El propio técnico ya ha dado señales de mano izquierda, eligiendo palabras cuidadosas y evitando recriminaciones en público. El siguiente paso es reconstruir confianza con hechos, desde los entrenamientos hasta la toma de decisiones en los partidos, una ruta que no admite atajos cuando la lupa mediática es máxima.
Rivaldo sale en defensa de Vinicius
La polémica cruzó fronteras y generaciones. Rivaldo, leyenda de Barcelona y de la Selección de Brasil, salió en defensa de su compatriota. Reconoció que la reacción no fue correcta, que hubo palabras feas, pero la consideró comprensible por cómo estaba jugando, por su participación en la jugada del segundo gol y por su peso específico en un partido que aún pedía cierre.
El ex Balón de Oro añadió un matiz relevante. A su juicio, un jugador de ese valor para el club no puede encadenar tantos encuentros siendo sustituido, y mucho menos en un Clásico que se ganaba por la mínima. Su mirada aporta el ángulo del futbolista que se siente protagonista y que, cuando ve el cambio, lee en ello una desconfianza competitiva que punza el orgullo.
Un Clásico de alta tensión más allá de Vinicius
El cierre del encuentro dejó un episodio adicional con consecuencias inmediatas. Andriy Lunin fue expulsado por abandonar su banquillo y dirigirse al del rival con actitud considerada agresiva en el acta. El portero ucraniano recibió un partido de sanción y el primer recurso de Real Madrid fue desestimado por el Comité de Competición, según informó Diario AS.
El club presentará un segundo recurso ante el Comité de Apelación en las próximas horas. Si prospera, Lunin podrá entrar en la lista para enfrentar a Valencia, si no, el cuerpo técnico deberá reconfigurar la rotación de arqueros. En ese caso se espera que el lugar en la convocatoria lo ocupe Fran González, con Sergio Mestre como tercer guardameta para hacer de comodín en el banquillo.
El episodio de Lunin subraya la temperatura del choque y la necesidad de templar el ánimo colectivo. El Clásico, con su carga emocional, deja a veces decisiones que el lunes parecen excesos y que al jueves ya deben estar digeridas para competir otra vez.
Claves para entender el caso
- Hubo enfado visible en el cambio del minuto 72 y una frase que encendió alarmas,
- el club no impondrá sanción pública y mantiene su plan de renovación hasta 2030,
- el punto de fricción con el entrenador viene de meses atrás y exigirá gestión fina.
Lo que viene ahora
El corto plazo invita a la prudencia. Tras las disculpas y la charla interna, la pelota vuelve a moverse en el campo de entrenamiento. El propio futbolista prometió “seguir luchando cada segundo por el bien de Real Madrid”, un compromiso que deberá respaldar con conducta y rendimiento.
Para el club, el reto es blindar el proyecto sin perder valor deportivo. Mantener viva la opción de renovar a uno de sus activos principales, mientras se reconduce una relación compleja, es una ingeniería fina que se cocina partido a partido. La comunicación y la coherencia en las decisiones serán clave.
Para Alonso, es la oportunidad de afirmar su perfil de gestor en el gigante blanco. Ganar partidos ayuda, pero resolver tensiones como esta construye credibilidad de puertas adentro. Si consigue que el delantero se sienta parte esencial del plan, que su protagonismo esté más dictado por el plan de juego que por la polémica, el vestuario saldrá más fuerte.
Para el propio jugador, es un punto de inflexión. Aceptar el marco competitivo, dominar la emoción y transformar la frustración en energía útil puede reencauzar una temporada que, con cinco goles y cuatro asistencias ya en liga, aún promete. El Bernabéu aplaude el talento y también la madurez.
El Clásico fue victoria y fue espejo. Reflejó virtudes y expuso grietas. La reacción de una de sus estrellas abrió una ventana a los desafíos de gestión que afronta Real Madrid en pleno curso. Lo inmediato exigirá cabeza fría y piel gruesa. Lo importante, como casi siempre, se decidirá en el césped.

