El caso Rubiales y Hermoso y su impacto en el fútbol español
Pocos momentos en la historia reciente del deporte han resonado tan profundamente como el caso Rubiales y Hermoso. Más allá de los límites de los estadios, este escándalo desató una conversación nacional sobre el respeto, el consentimiento y el rumbo del fútbol español. Cuando la selección femenina de España levantó el trofeo de la Copa del Mundo en Sídney en 2023, pocos podían prever que la celebración posterior no solo daría lugar a un proceso legal, sino también a un cambio social duradero.
El momento que lo cambió todo en Sídney
La historia comienza el 20 de agosto de 2023, bajo los focos del escenario mundial durante la ceremonia de medallas del Mundial femenino. El presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, besó en los labios a la delantera Jenni Hermoso, un gesto captado en vivo por las cámaras y, lo más importante, sin el consentimiento de Hermoso. El beso, quizás pretendido como una efusiva celebración, se volvió inmediatamente polémico. Poco después, Hermoso dejó clara su postura en redes sociales: “no me gustó”.
Lo que siguió fue un torbellino. La RFEF publicó un comunicado en nombre de Hermoso asegurando que el beso fue espontáneo y mutuo. Esta versión contrastaba drásticamente con las declaraciones públicas de Hermoso y el impacto emocional que describió más adelante en los tribunales. En cuestión de días, líderes políticos españoles, incluyendo al ministro de Cultura y Deporte en funciones, Miquel Iceta, y al presidente Pedro Sánchez, condenaron el acto como “inaceptable”, marcando el inicio de un cambio sísmico en el fútbol y en la sociedad española.
Un equipo traza una línea y una federación en crisis
El equipo, recién coronado campeón del mundo, se negó a volver a jugar para España mientras Rubiales siguiera en su cargo. Hermoso denunció «presiones constantes» de la RFEF para restar importancia al incidente, mientras que personal de la federación amenazó con acciones legales contra ella. El cuerpo técnico, salvo una excepción, dimitió en señal de protesta. El seleccionador Jorge Vilda, que inicialmente respaldó a Rubiales, fue destituido poco más de dos semanas después, con su legado ya marcado por la controversia. Las repercusiones llegaron incluso a la familia de Rubiales: su madre inició una huelga de hambre en protesta por la reacción pública hacia su hijo.
Batalla legal y veredicto judicial
Las denuncias formales se acumularon. El 6 de septiembre de 2023, Hermoso presentó una queja oficial ante la fiscalía nacional. La FIFA impuso rápidamente una suspensión provisional de 90 días a Rubiales y, tras más pruebas y apelaciones, una prohibición de tres años de toda actividad futbolística. A pesar de una conferencia de prensa en la que Rubiales desafiante se negó a dimitir, la presión fue insostenible y renunció en septiembre de 2023.
El camino hacia la justicia fue largo y público. Se ofrecieron testimonios, se difundieron videos, y las entrevistas fueron examinadas al detalle. Hermoso se mantuvo firme: no había consentido el beso y sentía que sus logros habían sido «manchados» por el acto. Por su valentía, se convirtió no solo en símbolo del fútbol femenino, sino también de todas las personas que han sufrido atenciones no deseadas, especialmente en contextos de poder desequilibrado.
El momento de rendir cuentas
El 20 de febrero de 2025 se dictó sentencia. La Audiencia Nacional condenó a Rubiales por agresión sexual. Fue multado durante 18 meses con el equivalente a 20 euros diarios y se le prohibió acercarse o comunicarse con Hermoso durante un año. Fue absuelto del delito de coacciones. El tribunal otorgó «plena credibilidad» al testimonio firme de Hermoso. No se dictó prisión, pero se trazó una línea clara en la vida pública española: el comportamiento que invade la autonomía de otra persona, incluso en medio de una celebración, será examinado y sancionado.
En palabras de la propia Hermoso: “Esto marcará un precedente importante en un entorno social en el que aún queda mucho por hacer… Y ahora, se acabó”. Con esas palabras se cerró un capítulo, pero sus ecos continúan.
El papel del fútbol y una conversación más amplia
Para muchos, este caso reveló una cultura dentro del fútbol español que necesitaba un ajuste. Como señaló el periodista Rob Harris, el caso “representa un cambio cultural, el hecho de que el fútbol femenino esté ahora en el centro del debate en España”. La cobertura saturada —desde transmisiones en vivo del juicio hasta conferencias de prensa masivas— dejó claro que esto era mucho más que un acto aislado. Se trataba de misoginia, sexismo y de cómo el poder puede distorsionar lo que debió ser un día de pura alegría para el deporte español.
Futbolistas del pasado y del presente, tanto en España como en el extranjero, se pronunciaron. Lucy Bronze, jugadora de Inglaterra y también objeto de un gesto no deseado por parte de Rubiales tras la final, elogió a Hermoso y a sus compañeras por su valentía. “Están luchando por un cambio, no solo dentro del juicio, sino por un cambio en su federación. Es increíble”, afirmó. Sus palabras captaron una solidaridad creciente que trasciende fronteras y equipos.
Respuestas institucionales y precedentes
La reacción de los organismos fue rápida y decisiva. El comité disciplinario de la FIFA, luego respaldado por el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), consideró que la sanción de tres años a Rubiales era razonable y proporcional. Su postura oficial reiteró el “compromiso absoluto de respetar y proteger la integridad de todas las personas” dentro del mundo del fútbol.